NY requiere que doctores receten naloxona a algunos pacientes que toman analgésicos opioides

Sin analgésicos opioides para aliviar el dolor de rodillas y otras articulaciones, Arnold Wilson no podría caminar media cuadra. El ex enfermero de la ciudad de Nueva York, de 63 años, tiene una artritis incapacitante y toma OxyContin dos veces al día, y oxicodona cuando necesita un alivio adicional.

En los últimos años, también ha tenido otro remedio a mano: naloxona, un medicamento para revertir una sobredosis, al que generalmente se menciona con el nombre de marca Narcan.

Aunque los titulares son por las muertes por sobredosis de drogas ilícitas vendidas en la calle, el riesgo de sufrirlas también es real para los pacientes que toman opioides recetados por sus médicos.

“Me da una sensación de alivio y seguridad”, dijo Wilson, quien tiene aerosol nasal Narcan en su auto y en su casa. Su médico en el Centro Médico Montefiore, en el Bronx, le recetó opioides en 2013, después que un episodio de meningitis exacerbara los problemas en las articulaciones que Wilson tenía como resultado de dos aneurismas cerebrales y varios accidentes cerebrovasculares. Su médico lo instó a comenzar a tener Narcan en 2017.

Generalmente otras personas administran la naloxona, que comienza a revertir una sobredosis en cuestión de minutos. Aunque nunca la ha necesitado, la hija de Wilson, de 18 años, sabe cómo usarla. “Le he dado instrucciones sobre cómo hacerlo, en caso de que esté letárgico”, dijo. Su novia y sus amigos también saben qué hacer.

Una ley recientemente promulgada en Nueva York tiene como objetivo garantizar que la naloxona esté disponible si la necesitan personas como Wilson que toman opioides recetados.

Según la ley, vigente desde el verano pasado, los médicos deben recetar naloxona junto con la primera receta de opioides cada año.

Los factores de riesgo que activarían el requisito incluyen tomar una dosis diaria alta de un opioide (al menos el equivalente a 90 miligramos de morfina, o MME); tomar ciertos medicamentos, como sedantes hipnóticos; o tener antecedentes de adicciones.

Al menos otros 10 estados tienen leyes similares, según una investigación de Network for Public Health Law.

“A veces, los pacientes, especialmente si han estado tomando opioides durante mucho tiempo, no entienden los riesgos”, dijo la doctora Laila Khalid, codirectora de la clínica de dolor crónico del Centro Médico Montefiore. La clínica proporciona naloxona gratis a los pacientes a través del programa de prevención de sobredosis de opioides del estado.

Por ejemplo, la persona puede haberse olvidado cuándo tomó la última dosis y, sin darse cuenta, tomar demasiado, o tomar algunos tragos adicionales en una fiesta, dijo Khalid. El alcohol y algunos medicamentos, como las benzodiazepinas, amplifican los efectos de los opioides.

“Las muertes por sobredosis de drogas continúan aumentando, como cada año durante más de dos décadas”, dijo Emily Einstein, jefa del área de Política Científica del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas.

En 2021, apuntó Einstein, las muertes por sobredosis en Estados Unidos superaron las 100,000 estimadas por primera vez, según datos provisionales de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Según estos datos, la gran mayoría de esas muertes, más de 80,000, involucraron a opioides, agregó. Si bien la mayoría de las muertes por sobredosis de opioides se atribuyeron al fentanilo ilegal, aproximadamente 17,000 muertes involucraron opioides recetados, incluida la metadona.

La naloxona, disponible como aerosol nasal o inyección, se considera segura y causa pocos efectos secundarios. No es adictiva. Los CDC recomiendan que las personas con riesgo de sobredosis la lleven consigo para que un familiar o transeúnte pueda administrarla si es necesario.

Los expertos en política de drogas señalan una estadística clave que leyes como la de Nueva York pretenden abordar: en casi el 40% de las muertes por sobredosis, otra persona está presente, según los CDC.

Si los transeúntes hubieran tenido la naloxona, “la mayoría de esas personas no habrían muerto”, dijo Corey Davis, director del Harm Reduction Legal Project en la Network for Public Health Law.

En todos los estados, incluido Nueva York, los farmacéuticos están autorizados a dispensar naloxona, a menudo bajo “órdenes permanentes” que permiten dispensarlo sin una receta, por lo general a personas que corren el riesgo de sufrir una sobredosis o están en condiciones de ayudar a alguien en riesgo.

Entonces, ¿por qué exigir que los médicos hagan recetas?

Obligar es más efectivo que recomendar, dicen expertos. Al requerir que los médicos receten el medicamento, más personas que podrían necesitar naloxona la tendrían a mano, si surten la receta. Pero no hay garantía de que lo hagan.

Una receta también puede ayudar a eliminar el estigma persistente de pedir una fármaco contra la sobredosis en el mostrador de una farmacia.

“Elimina los puntos de fricción”, dijo Davis. “Simplemente vas al mostrador y lo recoges”.

En un análisis de 2019, los farmacéuticos en los estados que requerían la receta conjunta de naloxona con opioides surtieron casi ocho veces más recetas de naloxona por cada 100,000 personas que los de los estados que no la requerían.

Missouri no tiene una ley de receta conjunta, pero el médico que ayuda a manejar el dolor a Danielle Muscato sugirió recientemente que llevara Narcan. La activista de derechos civiles de 38 años, que vive en Columbia, toma el opioide recetado tramadol y varios otros medicamentos para controlar su dolor lumbar severo y crónico. Está contenta de tener el aerosol nasal guardado en su bolso, por si acaso.

“Creo que es algo maravilloso” que la gente lo lleve y sepa cómo usarlo, dijo. “Ojalá esto fuera estándar en todas partes”.

Desde que entró en vigencia la ley de Nueva York, “definitivamente he visto un aumento de recetas que agregan naloxona a los opioides, especialmente si se trata de un pedido grande”, dijo Ambar Keluskar, gerente de farmacia de Rossi Pharmacy en Brooklyn.

Sin embargo, los pacientes no siempre entienden por qué lo obtienen, afirmó Toni Tompkins, farmacéutica supervisora de Phelps Hometown Pharmacy en la ciudad de Phelps, en el norte del estado de Nueva York.

Un caja de dos dosis de aerosol de naloxona generalmente cuesta alrededor de $150. El medicamento ahora está disponible en forma genérica, lo que puede reducir el costo de bolsillo. La mayoría de las aseguradoras lo cubren, aunque los pacientes suelen tener un copago.

Las personas sin seguro generalmente pueden obtener naloxona a través de programas estatales.

En Nueva York, las aseguradoras privadas están obligadas a cubrir la naloxona, y Medicaid también la cubre, dijo Monica Pomeroy, vocera del Departamento de Salud del estado. El Programa de asistencia de copago de naloxona (N-CAP) del estado cubre el costo de los copagos de hasta $40 para las personas con seguro, dijo Pomeroy.

Las personas sin seguro o aquellas que no han alcanzado su deducible pueden obtenerla gratis en uno de los sitios de prevención de sobredosis de opioides del estado.

En noviembre, la Administración de Alimentos y Drogas (FDA) anunció que está considerando que la naloxona esté disponible sin receta.

Aunque ofrecerla sin receta facilitaría la obtención del medicamento, a algunas personas les preocupa que el seguro no lo cubra. Además, “si un paciente simplemente lo recoge en algún lugar sin recibir orientación sobre cómo usarlo, eso podría ser un inconveniente”, dijo Anne Burns, vicepresidenta de asuntos profesionales de la Asociación Estadounidense de Farmacéuticos.

Algunos profesionales creen que se debe dispensar naloxona con cada receta de opioides, independientemente de los factores de riesgo. Así es en Rochester, Nueva York, y en los alrededores del condado de Monroe. En 2021, el ejecutivo del condado, Adam Bello, firmó la Ley de Maisie, que lleva el nombre de una niña local de 9 meses que murió después de tragarse una pastilla de metadona que encontró en el piso de la cocina de un vecino.

“Es horrible lo que pasó”, dijo Karl Williams, profesor de derecho farmacéutico y presidente de la junta de la Sociedad de Farmacéuticos del Estado de Nueva York. “Tal vez sea el próximo estándar que debería convertirse en ley”.

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